Hoy nos sentamos con... Dolors Fernández Guerrero
Nacida en 1968, en Barcelona, Dolors es una escritora y filóloga hispánica cuya obra abarca tanto la poesía como la narrativa. Ha publicado el poemario Mi corazón mordido por tus labios (2017) y diversas novelas, entre ellas El club del tigre blanco (2020), Halogramas y Huye, Alisa (2021). Además, ha participado en numerosas antologías de relatos y microrrelatos. Ahora nos presenta su nuevo poemario La memoria de la piel, del que os contaremos un poco más a continuación con la entrevista a su autora:
-¿Qué género literario es más sugerente para ti a la hora de escribir? ¿La poesía o la novela?
En mi caso, cada género tiene su momento. La intensidad emocional, la idea que irrumpe, la imagen, el pensamiento disruptivo, para mí encaja muy bien con la poesía. El formato del poema me permite canalizar, digamos que con una cierta “urgencia”, emociones, sentimientos, incluso aspectos sensoriales de un modo sintético. Y eso solo puede lograrse a través de un imaginario poético rico en simbología con la metáfora en el ojo del huracán. Estoy convencida de que la poesía abre la puerta al yo sin tapujos y a nuestro inconsciente recóndito. Es algo fascinante.
Por otro lado, la novela requiere un desarrollo más discursivo y racional, apegado a la realidad, deudor del contexto y de sus personajes. Particularmente yo, a través de la ficción narrativa y de las tramas que recreo, con frecuencia políticamente incorrectas, convierto la vida “real” en materia abordable, moldeable, quizás en un afán por hacer de este mundo de locos un espacio comprensible al que asimilarme. Aunque suene grandilocuente, en cierta forma, escribir una novela es crear un mundo. El autor se convierte en un demiurgo literario, decide desde el minuto cero qué va a hacer y a partir de ahí planifica una hoja de ruta. Parecerá un tópico, pero a pesar de ser el autor, acabas en manos de tus propios personajes y ellos, con el libre albedrío con el que tú mismo los has dotado, se adueñan de la historia. Lo creado siempre acaba independizándose del creador.
-Está claro que en tus poemas hay una clara influencia de autores de misterio como puede ser Allan Poe, pero ¿en qué autores te inspiras tanto para tus poemas como para tus novelas o micro relatos?
Sí, es cierto, me interesa mucho Allan Poe, me cautiva su capacidad para crear atmósferas, para inducir estados de ánimo en el lector. Si nos centramos en la poesía y hablamos de maestros indiscutibles, me apasiona Lorca que ha sabido como pocos imbricar en la palabra poética lo carnal, el deseo y la muerte. Miguel Hernández también me parece un extraordinario poeta, muy dotado y con un mundo rico, original, apasionado. En general, la Generación del 27 es un compendio de poetas increíbles… Más recientemente, aunque ya no esté entre nosotros, Pizarnik me inspira muchísimo, desde ese abismo en el que ella se recrea sin esperanzas. Y Francisca Aguirre, la mujer que escribió Ítaca para denunciar su aislamiento e incomprensión, su desazón frente al Minotauro que acechaba en el océano... Parece que soy más de sombras que de luces…
En narrativa te diría que la lista sería aún más extensa. Desde la visión esperpéntica de Valle-Inclán, al halo de misterio y decadencia que nos descubre Marguerite Duras décadas después, con esa voz suya, tremendamente desgarrada y lírica. También admiro profundamente a Borges; a García Márquez por la belleza de su prosa, al alcance de muy pocos, solo de narradores consumados como él; a Vargas Llosa por la eficacia y diversidad de historias, siempre certeras, punzantes. Y después, por el tratamiento humorístico, me encanta La conjura de los necios de Toole. Por razones parecidas incluiría a Lucia Berlin con su colección de relatos: Manual para mujeres de la limpieza. Y a Mariana Enríquez, por supuesto, autora contemporánea, que aborda el elemento fantástico y lo inscribe dentro de un marco real y de denuncia francamente original e impactante. Habría muchos más… pero creo que podemos dejarlo ahí o noquearé al lector hasta el KO técnico.
-Tienes un poema titulado "Elegía de Penélope" en el que mencionas tanto a personajes de la Odisea como a figuras de la mitología griega, ¿te consideras una apasionada de la mitología? ¿Qué te inspira más lo fantástico relacionado con los mitos o tu propia realidad?
Teniendo en cuenta mis estudios universitarios, no puedo eludir la mitología y el estudio de los clásicos en mi formación. Sin contar que en cualquier contexto, también en el actual, los mitos siguen funcionando como símbolos en prácticamente todos los niveles de la sociedad. Los mitos se reinterpretan y actualizan continuamente. Representan arquetipos reconocibles, perfectamente identificables, y por esa razón son una fuente inagotable de inspiración. Realmente constituyen una parte esencial del imaginario colectivo de Occidente, un reservorio para metáforas del que, desde mi punto de vista, conviene no abusar. Y eso lo dice alguien que titula uno de sus poemas Elegía de Penélope… La contradicción nos constituye… a mí también.
-¿Es más sencillo para ti trabajar con el verso libre o con la articulada estructura de los sonetos que ofreces al final del libro?
El verso libre, como es obvio, ofrece un margen de libertad muy superior a cualquier forma métrica y me resulta muy cómodo cuando me siento locuaz, cuando el mensaje que quiero transmitir es más expansivo, más narrativo, incluso dialógico. Me permite fluctuar cómodamente a través de las ideas y manejar diferentes formatos, intercalarlos, para lograr determinados efectos expresivos y sonoros. Ahora bien, el soneto frena esa locuacidad, requiere contención, domesticar el lenguaje y exige una organización muy clara de las ideas, una capacidad de síntesis, un sentido musical del verso que, a mí personalmente, me resulta muy atractiva. Estimula la creatividad y obliga a utilizar todos los recursos lingüísticos y poéticos en pos de esos catorce versos.
La última sección de La memoria de la piel es “Sonetos del desasosiego” y la he dispuesto al final del libro precisamente por lo que tiene de síntesis poética. Lo que con anterioridad se ha ido desgranando en verso libre se concentra en seis sonetos que contienen las ideas principales del poemario. Ahí reside la esencia de mi poética y mi mensaje. Con ello, también he querido rendir homenaje a gigantes de la poesía como Garcilaso de la Vega, Quevedo, Lope de Vega o Sor Juana Inés de la Cruz; a autores más próximos como Machado o Lorca y tantos otros. Mi humilde aportación solo es una muestra de respeto y admiración hacia ellos.
-A pesar de que el trasfondo en algunos de los poemas es algo oscuro o grotesco, ¿crees que La memoria de la piel puede ser considerado como un poemario amoroso? ¿O dentro de qué tipo de poesía lo encajarías?
Creo que sí, que en La memoria de la piel predomina la experiencia amorosa planteada desde el dolor, aunque estén presentes otros temas que convergen en una concepción nihilista de la existencia: la desolación, el sentido de desposesión, la representación del vacío, el deseo insatisfecho. Es una poesía que interpela al lector no solo emocionalmente, sino sensorialmente, desde la sensualidad. A la vez, entiendo que se trasciende el hecho puramente amoroso, al anclarse en lo más profundo de nuestro ser. Ese considero que es el punto fuerte de este libro. Pero también es verdad que en algunos sonetos hay un sustrato grotesco, aunque no lo había pensado hasta ahora…
-¿Cuál es tu opinión sobre la poesía actual o contemporánea? ¿Crees que el germen de la poesía se ha extendido entre la juventud últimamente?
Yo creo que sí. Hablar de germen de la poesía es un modo muy preciso de definir la pulsión poética inherente al ser humano. Aquella frase de “malos tiempos para la lírica” se ha convertido en un tópico sin mucho sentido hoy en día. La poesía siempre está ahí, como una superviviente después del naufragio, aferrándose a una tabla a la deriva si hace falta. Lógicamente cambiarán las formas poéticas, sus propósitos y expectativas, pero seguirá siendo poesía. Solo hay que echar una ojeada alrededor para darnos cuenta del interés que suscita entre los jóvenes, la cantidad de nuevos autores que emergen por momentos. Es cierto que a menudo eligen medios digitales como las redes sociales, pero funcionan, son leídos y admirados, tienen muchísimas visitas y seguidores, y eso es lo que cuenta.
Lo que sí creo es que quizás haya una desconexión entre los poetas más jóvenes y los veteranos. Es como si pertenecieran a mundos inmiscibles, lo que hace que la relación profesor-alumno, tan fructífera en el pasado, prácticamente haya desaparecido. Los jóvenes que se inician en el mundo de la poesía no parecen muy satisfechos con sus “mayores”. En general no se identifican con lo que sus predecesores hacen. Ahí tenemos a Elvira Sastre o a Marwán, que llenan salas de teatro, estadios... ¿Qué problema hay? Al final, el abanico es amplio y tenemos poesía para todos los gustos. Lo importante es que el germen esté ahí para que un día se abra como una hermosa flor.
-¿Crees que haber desarrollado tu literatura desde una edad adulta ha afectado a tu forma de escribir?
Inevitablemente, seguro. Lo que no tengo claro es si para bien o para mal, pero eso nunca lo sabré. Abandonar la literatura a muy temprana edad, como hice por razones personales, a pesar de ser una pasión que me ha acompañado durante toda mi vida, tiene un precio. No creas que no lo lamento… Sin embargo, aquí estoy, dispuesta a dar batalla. A mi favor, te diría que juegan los conocimientos adquiridos durante todos estos años, las experiencias que han matizado mis perspectivas. Siento que soy más sabia y más fuerte, y eso me da confianza. El peligro radica, como siempre, en la pérdida de espontaneidad y frescura. Es un riesgo que corres a medida que cumples años. Intento suplirlo con originalidad, inconformismo. A ello ayuda mi insaciable curiosidad y ciertas dosis de entusiasmo.
-¿Cómo te sentiste cuando tu manuscrito quedó finalista para el Premio Vitruvio de poesía?
Lo primero que sentí fue incredulidad y luego una gran alegría, casi infantil. Haber logrado este Accésit del Premio Vitruvio supone para mí una gran recompensa. Es mi segundo poemario publicado después de Mi corazón mordido por tus labios (La Marca Negra Ediciones, 2017). De alguna manera me indica que no he errado el camino, que mi mensaje puede llegar del modo que yo deseo a muchas personas, compartir a través de un medio tan especial como es la poesía emociones, sentimientos, sensaciones. No hay mayor satisfacción para un autor que sus lectores. Nos retroalimentamos de ellos y si por el camino tenemos la suerte de que nos concedan algún premio, este se convierte en un hito, en combustible para nuestra creatividad.
Por María Rodríguez y Marcos Martín